MI HISTORIA

Hola, Soy Karla Soto, creadora y fundadora de la marca Altocentinela.

Nací y viví en Temuco muchos años, ahí estudié diseño de producto, en la U tuve mi primer acercamiento con los metales, mi profesor de orfebrería Marco Paillamilla, un seco, especialmente en la platería mapuche, con quien tomé clases para impregnarme aún más de sus conocimientos (siempre me gustó eso de crear sobre todo con las manos, me hice ropa, collares, carteras, etc).

Fué el 2010 cuando vine a Malalcahuello por primera vez para hacer mi práctica profesional y obvio, me enamoré de este lugar (yopoh siempre friolenta, amante del sol... ah! pero es que también... encontré el amors ese de mariposas en la guata, entonces, más me gustaba este lugar 😊)….. continué volviendo todos los inviernos hasta que …. Llegó mi primera bendi: el Teo, Teodoro que ahora ya tiene 10 años.

 El año 2013 decidimos venir a vivir a Malalcahuello y formar nuestro hogar, donde siempre nos hemos sentido completamente acogidos por sus hermosas personas y su infinito amor hacia mi pequeña gran familia. Teniendo una vida de campo impensada para mi que fui criada en la ciudad; gallinas, huevitos de campo, invernadero, huerto…  fue estando aquí cuando me di cuenta lo afortunada que era y que sentía la necesidad de transmitir eso que cada día adoraba más, en ese entonces decidí que la orfebrería sería aquello en lo que quería trabajar… cuestionándome siempre eso de no querer depender de ni una empresa, ni jefe, ni horarios, tener libertad, contemplando lo que me rodea y como decidimos como familia vivir la vida en esta montaña amada...  Así comencé a paso lento, con mis tiempos y dándome cuenta poco a poco que me encanta este oficio y que es definitivamente a lo que me quiero dedicar el resto de mi vida.

Bueno pasó y pasó el tiempo hasta que llegó la otra bendi: Olivia a revolver el gallinero, literalmente. Hoy ya somos 5 integrantes sumando al Luigi nuestro perro salchicha que amamos como si fuera un hijo más, porque para nosotros lo es.

Entro a mi taller día a día a diseñar con mucho amor y pasión en lo que hago y puedo plasmar, jugando con materiales, ensayo y error, probando piezas, interactuando con el proceso completo que nace al contemplar este lugar, rodeada de árboles nativos, araucarias y montañas, frente a mi ventana día a día veo al imponente volcán Lonquimay que jamás deja de sorprender con su belleza eterna y cambiante con cada estación.

 

La naturaleza es fuente constante de inspiración en mis diseños, formas, estructuras, organización de principios y funciones, me permite indagar en un sinfín de conceptos para poder transmitir a ustedes, a través de cada pieza de orfebrería lo bello que es vivir en este lugar de la Araucanía andina.